Los incentivos fiscales son una herramienta de la Administración General del Estado que permite a las empresas reducir su factura fiscal.
Los beneficios fiscales más conocidos son los que se aplican en el IRPF, ya que afectan a todo el mundo.
Pueden ser asociados por una actividad concreta, como por ejemplo deducción, por el alquiler, por donativos, o por una condición de la persona o colectivo, como por ejemplo por familia numerosa.
En el Impuesto de Sociedades, también encontramos una serie de ventajas fiscales, como beneficios a las entidades sin fines lucrativos o por reinversión en I+D+i.
Los beneficios fiscales permiten al contribuyente tener un ahorro por cumplir con determinados requisitos o actuaciones, siendo una herramienta para mejorar las actuaciones de los ciudadanos.
Una subvención es la entrega de dinero o bienes y servicios realizada por una administración pública a un particular, persona física o jurídica, sin que exista la obligación de reembolsarlo.
La subvención crea una relación jurídica que vincula a la Administración y al beneficiario.
El beneficiario tiene, cumplidas las condiciones legales, un derecho a recibir la subvención, obligándose en consecuencia a proceder la actividad beneficiada.
La Administración, que está obligada a entregar las sumas pertinentes, se reserva para sí un haz de potestades.
Los incentivos fiscales varían dependiendo del ámbito geográfico y cada uno de ellos tiene un número de referencia.
En cuanto al ámbito geográfico, podemos encontrar tanto estatales como autonómicos.
También encontramos información detallada dependiendo de si está dedicada para una persona física o jurídica o una empresa en sí.